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Un Cambio a la carta

“Había muchas cosas que no comprendía. En ciertos aspectos que ni siquiera me gustaban, pero inmediatamente me di cuenta de que era algo por lo que merecía la pena luchar.” George Orwell.

Muchos hemos perdido la confianza en nuestros dirigentes: ajenos a la realidad que les rodea, codiciosos, corruptos, prepotentes y al servicio de intereses muy diferentes a los realmente democráticos. Al dejar de confiar en esas personas perdemos la fe no sólo en ellos sino en las instituciones que nos representan a todos. Algunos también hemos entendido en qué consiste el juego de tener que elegir y dividirnos entre la “opción derechas” o la “opción izquierdas”. Llegados a este punto muchos nos planteamos hacer algo para cambiar las cosas, mejor que seguir siendo espectadores de semejante saqueo. La verdad es que no es fácil: nos vemos muy pequeños, no sabemos cómo actuar y el poder sabe bien cómo defender sus grandes privilegios. Una opción puede ser cambiar el sistema. Pero, ¿Qué partes? ¿Todo? ¿Qué vendría después? ¿Quién lo haría?

De igual manera, demasiados “movimientos” se quedan por el camino: miles de nosotros podemos acudir a una manifestación, una conferencia, un foro… en búsqueda de justicia y respuestas. Pero los esfuerzos para convertir tales fines en metas colectivas suelen chocar con el individualismo fragmentado de nuestras preocupaciones e intereses, con nuestra “marca” u organización. Objetivos muy dignos y justos – la oposición a la guerra, la penalización de la especulación con alimentos, la defensa de la sanidad pública o la lucha contra el cambio climático – son a veces departamentos estancos y aislados unos de otros. Quizá sin darnos cuenta, algunos nos hemos convertido en consumidores de causas al escoger entre una amplia gama de metas justas. Y según las defendamos, a veces actuamos como si son únicas e incompatibles con otras. El resultado es la dificultad de imaginar formas o razones para combinarlas en un conjunto coherente, en un paraguas incluyente que obtenga resultados comunes. Hasta aquí llega este particular análisis de la realidad que nos rodea, más centrado en la identificación de problemas que de soluciones. Además el análisis, por sí sólo, es sólo análisis.

¿Entonces?

Es hora de avanzar por encima de nuestras diferencias e intereses, de nuestros miedos y dificultades, de nuestras excusas. De apartarnos de nuestras marcas y activismo departamental para ponernos al servicio de un futuro mejor. El cambio no se hace a la carta, se hace o no se hace. Nuestras diferencias son nuestra mejor oportunidad. Los resultados se pueden conseguir desde un elegante despacho, un comedor social, una clase de instituto, un huerto en la montaña o una red social. ¡No nos limitemos! Cada uno lo que pueda, como pueda y donde pueda. Pero actuando. No esperemos a que un Quijote solitario nos saque de nuestros problemas. Vayamos más allá de analizar, debatir y considerar algo como “interesante”: ¿Qué se consigue sólo con eso? Pongámonos en movimiento y no luchemos de forma aislada. Cada vez somos más, mejor informados y con más poder. Usémoslo. Tomemos conciencia y sobre todo… pongámosla en práctica. La historia nos demuestra que cosas mucho más difíciles se han conseguido caminando juntos. ¿A dónde? Hacia el sentido común.

“Cuando sueño solo, sólo es un sueño. Si soñamos juntos, es el principio de la realidad.” Helder Cámara.

Alfonso Basco

www.culturadesolidaridad.org

Added by Ernesto Oscar on 24 Feb 2014 at 02:25 PM | Comments (0)
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